Hannah Nydahl fue una mujer danesa, practicante de budismo y maestra quien dedicó su vida a establecer el budismo tibetano alrededor del mundo. Fue ampliamente respetada por su trabajo, devoción y logros dentro de la comunidad budista. Un periódico danés se refirió a ella como la “madre del budismo.” La facultad de Estudios sobre Religión de la Universidad de Aarhus dijo: “La influencia más duradera en la escena de la práctica budista en Dinamarca fue activada por Ole y Hannah Nydahl, quienes recorrieron con mochilas el Oriente espiritual durante su luna de miel en Nepal en 1968.”
Hannah Nydahl nació justo después de la guerra en una familia danesa de académicos. Fue la menor de cuatro hermanos. “Solía tener muchas preguntas”, recuerda Hannah con respecto a su infancia, “Me preguntaba acerca de la existencia de muchas cosas. El cristianismo definitivamente no me estaba ofreciendo las respuestas que yo buscaba”.
Una niña de la década de los sesentas, Hannah estudió francés y danés en la Universidad de Copenhague, en donde conoció al desenfrenado pero carismático Ole Nydahl. “Ella estaba un poco preocupada por mi hermano y por mí ya que éramos bastante rudos, bruscos al estilo danés,” recuerda Lama Ole. A pesar de esto, su fuerte conexión fue obvia desde el primer encuentro.
Su intensa curiosidad por encontrar y experimentar la naturaleza libre de la mente, sumado a su idealismo, los condujo por el camino hippie. En 1968, viajaron a Nepal por tierra, en donde conocieron a un prominente y poderoso Lama butanés llamado Lopon Tsechu Rimpoche. Él se convirtió en su primer maestro y permaneció a su lado hasta su muerte en 2003.
Fue a través de Lopon Tsechu que conocieron al hombre que cambiaría sus vidas – Su Santidad el Décimo Sexto Gyalwa Karmapa, el líder del linaje de meditación Karma Kagyu del Budismo Tibetano, también llamado “el Rey de los Yoguis”. Dejaron atrás todo abordaje psicodélico y se enfocaron exclusivamente en el camino budista.
Hannah y Ole viajaron al Monasterio de Rumtek en Sikkim, la sede del Décimo Sexto Karmapa, en donde se quedaron por tres años para aprender de él y practicar a su lado. También pasaron muchos meses en Sonada, Darjeeling, practicando bajo la instrucción de Kalu Rimpoche.
Después de unos años en los Himalayas, Karmapa los convocó. Les dio la tarea de volver a casa para que enseñaran meditación y budismo a aquellos que estuviesen interesados. Karmapa les dijo: “Quiero que hagan esto, quiero que les hablen a sus amigos, comiencen el budismo en Occidente”, recuerda Lama Ole.
Los primeros años de regreso en Europa fueron un reto. Hannah y Ole limpiaban escuelas por las noches para poder subsistir y escribían y enseñaban budismo durante el día. Fue en esta época que escribieron su primer libro “Enseñanzas Sobre la Naturaleza de la Mente”. También comenzaron a viajar a través del Norte de Europa. Mientras Ole estaba fundando centros en el nombre de la Escuela Karma Kagyu y dando enseñanzas, Hannah comenzó a traducir prácticas budistas bajo la guía de los Lamas. Por primera vez estos auténticos métodos estuvieron al alcance de los occidentales en un lenguaje que podían entender.
Por doce años hasta que Karmapa falleció en 1981, Hannah y Ole mantuvieron una muy cercana conexión con él. Cuando venía a Europa, ellos coordinaban sus viajes, y Hannah siempre estaba a su lado, traduciendo. Hannah se convirtió en la guía de los lamas tibetanos en Europa y más adelante en el Este de Asia, traduciendo y explicando los modos de Occidente. Por generaciones, la mayoría de los tibetanos habían estado aislados en la retirada región de los Himalayas y nunca habían visto o tenido ninguna relación con Occidente.
Hannah además comenzó a traducir para otros altos Lamas tibetanos incluyendo a Shamar Rimpoche, Situ Rimpoche, Gyaltsab Rimpoche, Kalu Rimpoche, Tenga Rimpoche, Ayang Tulku y muchos otros. Ella pronto adquirió fama por su particular entendimiento y experiencia sobre las enseñanzas budistas, y por su habilidad para expresarlas y a la vez vivirlas.
El trabajo de Hannah y Ole no se detuvo en Europa Occidental. Karmapa los instruyó para fundar centros desde Polonia hasta Vladivostok, un trabajo nada fácil en la mitad de la Guerra Fría. Más allá de esto, también comenzaron a viajar, fundando centros y llevando las enseñanzas adonde podían. Lograron llevar una autentica transmisión del budismo tibetano a una amplia gama de sociedades, manteniendo la esencia de las profundas enseñanzas antiguas, pero explicándolas a través de la moderna experiencia Occidental de una manera que continúa siendo única hasta la fecha.
A comienzos de 1990, la crisis Kagyu obligó a Hannah y a Ole a enfrentar la influencia que el comunismo chino y la política tibetana ejerció sobre los lamas y su búsqueda por el nuevo Karmapa. “Nos sentimos muy responsables por preservar la confianza en las enseñanzas del Buda, en el Dharma mismo,” recuerda Hannah. En esa época empezó a trabajar muy de cerca de Shamar Rimpoche, apoyándolo ante los desafíos.
Hannah también comenzó a trabajar en el Instituto Internacional Budista de Karmapa, KIBI, en Delhi, como traductora y organizadora. Cuando le pidieron que diera enseñanzas, ella prefirió permanecer como traductora. Durante ese tiempo se volvió muy cercana al joven décimo séptimo Karmapa. “Ella era un ser humano maravilloso”, recuerda el Karmapa, “Era muy afectuosa y poseía un gran entendimiento. Dado a su experiencia, ella podía resolver las cosas, enmendarlas y remediarlas de la manera más pacífica.”
En 2006, Hannah fue diagnosticada con cáncer terminal de pulmón. Le dieron tres meses de vida. Fue un impacto muy fuerte para todos. Pero Hannah en sí misma no tenía miedo, recuerda Ole, “Fue como si se acabara de enterar que ahora se marcharía.”
Todos los viajes pararon y ella y Ole regresaron a Copenhague para vivir sus últimos días juntos en el centro que ellos fundaron en 1974. “Durante ese tiempo lo que era muy conmovedor era ver a esos dos”, recuerda Eckart, un amigo cercano. “Hannah sostenía a Ole acariciándole su cabeza. Podías ver cuán profunda puede llegar a ser una relación cuando hay un trabajo más allá de lo personal que los une.”
Casi exactamente tres meses después del diagnóstico, Hannah falleció mientras estaba en meditación, junto a su esposo y unos pocos amigos a su alrededor. Su legado continúa vivo en las personas que conmovió y en los centros que ella y Ole fundaron durante más de 35 años de trabajo. “Estoy muy agradecido con ambos y por supuesto, en particular, con Hannah,” dice Karmapa. “Ahora hay miles y miles de practicantes. Ellos han conectado a esas familias, a miles de familias, con el muy preciado Dharma. Ellos hicieron la conexión, ataron el nudo y pienso que eso es asombroso.”